No es extraño escuchar a propietarios de gatos decirnos que el animal anda por casa “como loco”, que se ha vuelto más arisco o que ha empezado a hacer sus deposiciones en sitios raros. Muchas de estas conductas pueden estar asociadas a cambios ambientales, por ejemplo, la incorporación de otro animal al hogar puede causarle estrés a nuestra mascota. Es muy importante detectar estos problemas de comportamiento ya que el estrés puede, a su vez, desencadenar en enfermedades de diversa consideración.
Uno de los mayores retos en nuestro ámbito profesional es siempre la prevención. El primer paso para prevenir el estrés en un gato es criarlo de una manera adecuada. Si tienes la oportunidad de tener a tu gatito desde que es pequeño, es muy importante que pongas empeño en su correcta sociabilización con otras personas y animales, así como en proporcionarle un ambiente adecuado, que le permita desarrollar sus conductas de las manera
más natural posible. Los gatos son muy diferentes a las personas, y no siempre aceptan bien la manera en la que tenemos de manipularlos, achucharlos o acariciarlos. Pero, se ha demostrado que si les acostumbramos a este tipo de conductas ‘más humanas’ entre las 2 y las 7 semanas de vida, pueden ser muy sociables y aceptar la manera que tenemos de interactuar con ellos. Que entren en contacto con personas de diferentes edades y con distintos tipos de animales cuando son muy pequeños puede ayudar a su sociabilización y disminuir el estrés.
El entorno también juega un papel muy importante, tanto en prevención como en el tratamiento del estrés. El hecho de que el gato disponga, por ejemplo, de acceso a un espacio vertical que le permita huir o esconderse en caso de ansiedad, disminuye mucho el estrés. Es decir, el animal debe tener sitios a los que pueda subir y zonas en las que se encuentre refugiado. Puede ser muy útil comprar uno de esos rascadores de varias plantas, con casetas y escondrijos incorporados. También es importante proporcionarle diariamente un ejercicio físico y mental adecuado. Se trata de animales cazadores, y deben poder desarrollar esta conducta mediante juegos.
Debemos cuidar también la manera en la que se alimenta el gato y sus preferencias de eliminación (es decir, el tipo de arena y bandeja que prefiere, así como el lugar en el que colocarlo). Por lo general, la comida y la bandeja de arena deben estar alejadas, ya que no les gusta hacer sus ‘cosas’ cerca de donde se alimentan. Esta arena además debe limpiarse de forma asidua, ya que son animales muy limpios y si la bandeja está demasiado sucia buscarán otro sitio en el que hacer sus deposiciones. Se recomienda tener varias bandejas de arena (lo ideal es una por cada gato que haya en casa + una extra). Es frecuente encontrarnos con conductas de eliminación inadecuada (hacen las necesidades enn sitios que no son la bandeja) cuando no les gusta el sustrato (arena), la bandeja o el lugar en el que está. Lo cual también genera estrés. (También pueden hacer las deposiciones en otros sitios por alguna patología: por ejemplo una cistitis).
Además de tener en cuenta todos estos puntos, hay que saber que cualquier cambio en el entorno del gato puede afectarle provocándole estrés. Es muy importante consultar con un profesional veterinario cualquier modificación de la conducta del animal, ya que el estrés puede ser causa o consecuencia de diferentes patologías. Una de las más conocidas, la cistitis idiopática felina, en la que el estrés es uno de los factores desencadenantes y que se ha de tratar si queremos que el cuadro mejore.
El profesional veterinario te aconsejará en cada caso sobre la mejor manera de manejo para tu mascota. Existen medicamentos, feromonas y nutraceúticos que pueden ayudar a reducir el estrés en los animales. Siempre bajo prescripción veterinaria.