Cada día pasan por mi consulta dueños preocupados por la salud del cachorrito que acaban de adquirir, con miles de dudas acerca de cómo darle los mejores cuidados, y con muchas preguntas sobre las enfermedades que pueden afectar al cachorro. Entre estas enfermedades, nos encontramos con dos especialmente preocupantes: el moquillo y la parvovirosis. En el capítulo de hoy nos centraremos en el “moquillo canino”.
¿Qué es el “moquillo canino”? Lo primero que tenemos que saber, es que se trata de una enfermedad producida por un virus del tipo Morbillivirus. Este virus se trasmite fundamentalmente por aerosoles, es decir, que se encuentra suspendido en pequeñas gotitas en el aire, con lo que puede desplazarse fácilmente de unos perros a otros. Pero además, también se puede trasmitir por fómites: ropa, cuencos de comida o mantas, donde suele permanecer durante bastante tiempo.
Normalmente el virus entra en el organismo por vía aérea en estas gotitas de aerosol cuando el animal respira, entrando en contacto con el tracto respiratorio superior. Al cabo de unas 24 horas comienza a multiplicarse en unas células de defensa llamadas macrófagos, pasa a los ganglios linfáticos y se disemina por el organismo a través del sistema linfático, pudiendo llegar a muchos órganos y tejidos del cuerpo, como el sistema digestivo e incluso el Sistema Nervioso Central.
A pesar de que suena muy alarmante, se cree que la mayoría de perros infectados por moquillo canino no llegan a desarrollar síntomas grabes y puede pasarnos desapercibido como si se tratase de una gripe o tos de las perreras. No obstante, siempre se debe hacer un seguimiento de estos casos, especialmente si se trata de cachorros, a fin de poder detectar alteraciones futuras (como signos neurológicos).
¿Tengo que preocuparme especialmente si tengo un cachorrito? Efectivamente, los perros de pocos meses son más susceptibles de infectarse con este o con cualquier otro virus por tener las defensas más bajas. No obstante, si han tenido una buena inmunidad maternal, presentan buen estado de salud y están correctamente vacunados, existen muchas menos posibilidades de contagio y desarrollo de la enfermedad.
La mayoría de los cachorritos que desarrollan la enfermedad lo hacen a partir de los 3 meses de edad, cuando ya no hay inmunidad maternal, y los primeros síntomas (que suelen ser respiratorios) aparecen a los 7 días de la infección.
No obstante, no es una enfermedad exclusiva de cachorritos. Puede afectar a perros adultos, aunque normalmente no suelen desarrollarla por tener unas defensas más fuertes, pero sí que pueden excretar el virus. Por eso es muy importante vacunar tanto a adultos como a cachorros contra esta enfermedad.
¿Qué signos podemos encontrar? Básicamente suelen aparecer, especialmente en las primeras fases, signos respiratorios y conjuntivitis. Pero podemos tener una gran diversidad de síntomas, como problemas de piel, diarreas y problemas digestivos, artritis y signos neurológicos (en casos más avanzados). Estos signos neurológicos suelen aparecer varias semanas después de la infección viral, ya que primero tiene que replicarse el virus y viajar por el sistema linfático antes de llegar al SNC (Sistema Nervioso Central).
No todos los perros de pocos meses y con signos respiratorios tienen por qué padecer moquillo. Que no cunda el pánico si nuestro perro está ‘resfriado’. Lo más normal (sobretodo si se encuentra correctamente vacunado) es que se trate de algún otro virus o complejo respiratorio, como el de la tos de las perreras. No obstante, siempre es mejor acudir al veterinario y hacer un correcto seguimiento del cachorro para evitar sorpresas desagradables.
¿Es una enfermedad mortal? Por desgracia, los animales infectados y bajos de defensas, pueden desarrollar una enfermedad multisitémica grabe en la que el virus persiste en los tejidos, que puede acabar con la muerte del individuo o bien su recuperación con posibles secuelas neurológicas.
En caso de tener un diagnóstico de moquillo canino, debemos saber que el tratamiento es largo, complicado y muchas veces inefectivo, ya que no podemos atacar el virus directamente de una manera eficaz, y el tratamiento principal siempre será sintomático y contra las infecciones secundarias derivadas.
Por eso, una vez más, insisto en la importancia de vacunar correctamente a nuestros cachorritos, ya que la mejor defensa contra estas enfermedades es una buena prevención.